DEFENDER A LA DEMOCRACIA
- jmramirez7
- 8 nov 2022
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La reforma constitucional en materia electoral que López Obrador y Morena pretenden realizar no tiene un ápice de lealtad a México y mucho menos a los mexicanos, pues encubierta con afiches presuntamente democráticos, encubre la retrograda y perversa intención de que el Poder Ejecutivo se apodere del órgano regulador de las elecciones para poderlas manejar, manipular y alterar al antojo y conveniencia del presidente de la República en turno y en beneficio del partido mayoritario en el poder, eso ya lo padeció México desde 1929 hasta 1996.

PARA DESMEMORIADOS
Durante 70 años México fue gobernado por un partido hegemónico, el PRI. Como partido principal controló el acceso al poder y si bien, otros partidos participaban en las contiendas electorales, no tuvieron la posibilidad de derrocar al partido dominante siendo realmente meros testigos de los procesos, simulación democrática que le dio legitimidad al régimen en el poder.
Por siete décadas el PRI dominó el sistema político mexicano, desde su creación en 1929 con el nombre de Partido Nacional Revolucionario (en 1946 cambió su denominación por la de Partido Revolucionario Institucional PRI), hasta el año 2000, todos los presidentes fueron de ese partido, al igual que todos los gobernadores hasta 1989 y casi todos los municipios en México estuvieron dominados por el PRI. Desde luego que, a lo largo de esos años, ese partido controló con mayorías absolutas las Cámaras de Diputados y Senadores, hasta que en 1997 perdió la mayoría en la Cámara de Diputados y en el 2000 la perdió en la Cámara de Senadores. Por supuesto que los congresos locales fueron dominados por el PRI, en los años setenta el dominio del tricolor era del 97.8% en la representación popular federal y local.
Los principales mecanismos que utilizó el PRI para lograr detentar el poder por tanto tiempo fueron:
El clientelismo. A nivel corporativo, el PRI obtuvo el apoyo de muchos grupos sociales seducidos y retenidos mediante repartición de cargos públicos, tierras, permisos, monopolios y viviendas. Utilizó la afiliación colectiva de sindicatos y organizaciones sociales cuyos integrantes por el solo hecho de pertenecer a ellas, se afiliaban al partido en el poder. A nivel individual, el PRI atrajo interés, sedujo y compró voluntades de los ciudadanos mediante el permanente reparto de recursos económicos públicos enmascarados de apoyos sociales y, acaso el más burdo, conocido como el acarreo, utilizó la compra directa del voto a cambio de dinero, despensas básicas y un paquete elemental de dinero, gorra, torta y refresco.
El Fraude electoral. El poder ejecutivo de dominio priista a través de la secretaria de gobernación elaboraba el Padrón Electoral Nacional y por medio de la Comisión Federal Electoral presidida por el secretario de gobernación, designaba a los comités y delegados distritales, organizaba, controlaba, contaba los votos, calificaba la elección y resolvía conflictos postelectorales, por lo que, cuando el clientelismo y el acarreo no eran suficientes para evitar que la oposición ganara, la Comisión Federal Electoral podía alterar a favor de los candidatos del PRI los resultados de las elecciones.
El sistema democrático mexicanos fue una simulación autollamada democracia pero que mucho se asemejaba a los sistemas totalitarios como el de la entonces Unión Soviética, por lo que México y su gobierno recibía presiones de la comunidad internacional, especialmente de Estados Unidos para liberalizar y pluralizar el sistema político nacional.
Fue en 1977 cuando se realizó un reforma electoral forzada por la ficticia campaña presidencial que resultó con la elección del candidato único José López Portillo en 1976, lo que confirmo el parecido del sistema político mexicano al de los sistemas totalitarios, por lo que el gobierno decidió abrir de manera controlada la competencia electoral, para permitir mayor participación política, pero sin renunciar al control del proceso electoral y sus resultados por parte del Poder Ejecutivo a través de la Comisión Federal Electoral presidida por el secretario de gobernación, sistema que hizo crisis en la elección de 1988 cuando el Poder Ejecutivo a través de la Comisión Federal Electoral presidida por Manuel Bartlett Díaz urdió y consumó el fraude electoral en favor de Carlos Salinas de Gortari.
La transición a la democracia culminó con la reforma electoral de 1996 que, entre otros aspectos, estableció la autonomía constitucional del Instituto Federal Electoral (IFE), e incrementó la equidad en las contiendas políticas.
Desde entonces el sistema democrático mexicano ha venido avanzando para garantizar participación y representación plural, la seguridad y transparencia en las elecciones y sus resultados, sin que ninguno de los poderes de la Unión ni ningún partido político pueda decidir ni trastocar ni el registro nacional de electores, ni la organización, proceso, conteo y calificación de las elecciones, ni pueda manipular la resolución de los conflictos postelectorales, lo que ha producido certeza material, jurídica y política en los resultados de las elecciones federales y locales.
Que el costo del sistema y órganos electorales mexicanos es muy alto, sí, pero México, los mexicanos y nuestra democracia lo valemos.
EL POR QUÉ DE LA REFORMA
López Obrador es producto del PRI, emergido durante el dominio hegemónico de ese partido, reniega de él, pero lo reproduce con cada acto que realiza, obras faraónicas incosteables de pésima prospectiva que quedarán inconclusas, desarrollo de prácticas y políticas clientelares, gasto gubernamental excesivo y sin respaldo en los ingresos, manejo irresponsable de la economía nacional, mayor endeudamiento interno y externo, desatención y confrontación con los países y economías socias de México, hostigamiento a los que no piensan como él y más a los críticos y en cuanto al combate a la corrupción, seguridad social, disminución de la pobreza y seguridad pública puro bla, bla, bla, bla, promesas sin cumplir y mirando para otro lado, tal como mamó de su partido matríz el PRI.
Andrés Manuel López Obrador, por lo hecho, dicho e incumplido es conocido como EL MENTIRAS ha afirmado que no se reelegirá, pero tal promesa no implica que no quiera perpetuar a Morena en el poder y de esa manera perpetuarse él en el poder mediante un Maximato ejercido a través de los títeres morenistas por él impuestos que sean electos para la presidencia de la República, Congreso de la Unión, gubernaturas de los estados, presidencias municipales y cabildos y para lograr eso, necesita hacerse del control sobre el árbitro electoral y sobre el resolutor de controversias en la materia.
No, no se ría, no me tilde de lunático anti-amlo, México ya lo sufrió y a los mexicanos nos costó muchos años romper ese monopolio de poder y consolidar un sistema y organismos democráticos libres, autónomos, confiables, transparentes y seguros, no los debemos perder.
Para cumplir su anhelo, López Obrador urdió la actual propuesta de reforma electoral, con ella, como lo manifesté en diverso https://ventilandoelpunto.wordpress.com/2022/11/02/otra-trampa-del-mentiras/ el peje pretende que Morena retenga el Poder Ejecutivo y la mayoría en las Cámaras y así pueda controlar desde la designación de los consejeros del INE y magistrados del TEPJF, hasta la organización, desarrollo y resultados de cada elección en la República Mexicana, quiere tomar a través de la secretaría de gobernación el control del Registro Nacional de Electores y so pretexto de democratizar al INE y al TEPJF pretende que los consejeros y los magistrados sean electos popularmente, prescindiendo de los requisitos de cualidad, calidad y experiencia que cada uno de esos puestos requiere, provocando que los candidatos propuestos por él y los morenistas al ser seleccionados, realicen proselitismo, lo que los llevará a depender o quedar en deuda con el partido político que los apoyen en sus respectivas campañas, con lo que su autonomía e independencia quedará comprometida con el presidente en turno y con el partido que los hubieren apoyado.
López Obrador no pretende desaparecer al INE ni al TEPJF, lo que quiere es quitarles la autonomía e independencia, haciéndolos depender del poder ejecutivo y de morena como partido mayoritario para lograr consolidar la permanencia de ese partido en el poder.
No hay duda de que los serviles de morena, PT y Verde Ecologista que son mayoría en la Cámara de Diputados aprobarán la propuesta del amo sin chistar y lamiéndole la mano, pero la infamia no es tan simple en la Cámara de Senadores, que sin bien tiene mayoría morenista, ésta no le alcanza para aprobar por sí solos la reforma. PAN, PRD y MC han declarado que pese a las modificaciones que los de morena le han hecho a la propuesta inicial, NO aprobaran la reforma, habrá que ver si el PRI sostiene su palabra y vocación democrática y en ambas Cámaras, también se pronuncia en contra de esta espuria reforma.
López Obrador y los morenistas deben aceptar que ellos, ninguno es, ni hace la democracia, a la democracia la hemos hecho TODOS LOS MEXICANOS a lo largo de muchos años y hemos ido consolidando el sistema, a sus órganos y a las leyes e instituciones que la operan ¡Y LOS DEFENDEREMOS!
LA REPLICA
Como el resultado no está asegurado en favor de la voluntad de EL MENTIRAS y por el contrario, existe una movilización social de la “ciudadanía consciente” que promueve el rechazo a la infame propuesta, a su retrograda autor le ha dado por insultar a los ciudadanos que, visualizada su trampa, nos oponemos a su aprobación y nos ha llamado corruptos, hipócritas, racistas y rateros; por lo que, por lo que toca a mi persona, por este medio ejerzo mi derecho de réplica, disculpándome porque ampliaré el ejercicio a todas las personas que no tienen ánimo y/o medio de hacerlo.
No presidente, los ciudadanos que estamos en contra de su intento de apoderarse del sistema electoral nacional no somos corruptos, hipócritas, racistas ni rateros.
Mire Andrés, corrupto e hipócrita es el que encubre la corrupción de hijos, hermanos, primos, amigos y entenados cuyas acciones de pillaje se han hecho públicas mediante videos, grabaciones e investigaciones documentales.
Corrupto e hipócrita, es el que dice combatir la corrupción arropando y premiando a reconocidos bandidos, premiándolos con la Dirección General de la Comisión Federal de Electricidad o con gubernaturas.
Corrupto e hipócrita es el que destruye organismos autónomos, programas y sistemas acusando corrupción sin jamás haber exhibido ninguna prueba, ni haber iniciado investigación alguna y menos haber incoado proceso a persona alguna por los supuestos actos de corrupción, dejando a la nación, a millones de mexicanos sin la seguridad jurídica y la protección social que les proporcionaban esos organismos, programas y sistemas.
Méndigo infeliz, es el que, con cinismo nauseabundo, deja sin medicinas a niños y mujeres con cáncer, el que genera desabasto de medicinas básicas, de catálogo y especializadas y que, a cuatro años, sigue prometiendo que pronto van a tener los medicamentos.
Corrupto, Hipócrita y ratero, es el que desaparece fideicomisos públicos para hacerse de los recursos económicos de éstos para desviarlos a sus ego-obras de nulo futuro y dispone de esos recursos en la más procaz oscuridad negándose a rendir la cuenta que la ley ordena.
Hipócrita y cobarde, es aquél que promete seguridad pública y se niega a combatir a la delincuencia organizada y común, para los que profesa respeto y devoción. Inepto y cínico, es el que prometió seguridad pública y apenas en cuatro años de su administración tiene el número más alto de asesinatos.
Delincuente encubridor, es el que ordena la liberación de uno de los enemigos públicos número uno del país y lo presume, tanto como su amistad y deferencia para la abuela de ese hampón.
Miserable y mezquino, es el que todos los días engaña a los sin seso que le siguen, prometiendo aquello que sabe que nos les ha de cumplir.
Andrés, si quiere identificar a los hipócritas, corruptos, rateros, descarados, ineptos, repase las listas de los afiliados a su partido y céntrese en los de la cúpula que usted eligió, ahí están los que busca.
Ahora que, si distrae un minuto de su tiempo y se para frente a alguno de los espejos que seguramente pululan en Palacio Nacional, lo primero que verá será su porte de taquero envuelto en un traje manchado y mal hecho, pero si aguanta unos segundos, verá con nitidez al hipócrita, corrupto, cínico, inepto, traidor, encubridor de rateros y delincuentes, miserable, mezquino, transgresor del Estado de Derecho, que todos los mexicanos pensantes y que amamos a México vemos todos los días.




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