top of page

ES LA HORA

  • Foto del escritor: jmramirez7
    jmramirez7
  • 28 nov 2023
  • 9 Min. de lectura

Mucho y muchos hemos escrito acerca del peligro que está enfrentando México y los mexicanos, es un peligro real, inminente y desastroso para todos y, esencialmente, para las personas en sus cuarentas y menos y para la niñez.


Precisamente a esos en sus cuarentas y menos hay que explicarles una vez más, que desde 1929 con la creación del Partido Nacional Revolucionario (PNR) por Plutarco Elías Calles, se fue construyendo un partido político hegemónico que predominó sobre todos los demás, anulándolos por su mayoría o aniquilándolos arbitrariamente, a través del cual se estableció la dirección suprema del país no por sus instituciones democráticas y jurídicas, sino por el presidente de la República en turno, lo que continuó bajo la marca del Partido Revolucionario Institucional (PRI) por 68 años, a lo largo de los que la única voz cantante en el país, legal o no, era la del presidente y la de su partido, el PRI.


La conducción del país se caracterizó por ser voluntariosa, arbitraria, abusiva, mezquina, ocurrente, fatua, bandida, hipócrita, mentirosa, simuladora y omnipotente, nada podía existir sin la anuencia presidencial. La democracia mexicana era un remedo, creado y manejado para simular que en nuestro país existían mecanismos de representación popular legítima y de defensa de los derechos fundamentales de la ciudadanía frente a los abusos del poder; mecanismos y defensores simulados dependientes todos de la voluntad presidencial y de la de su partido PRI, los que repartían dádivas más como apaciguadores sociales que como resolutores de un problema social general o sectorial, que al mismo tiempo les favorecía la compra de simpatías votantes.


En esos tiempos los postulados de los artículos 39 y 49 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (CPEUM) eran utopías, letras muertas, porque el sistema no permitía que la soberanía radicara en el pueblo, ni de éste dimanaba el poder público, ni el ejercicio del poder supremo de la federación se dividía en ejecutivo, legislativo y judicial, pues en la realidad, todo eso radicaba y dependía de la voluntad en un solo sujeto, el presidente de la República.


El sistema no era creativo ni novedoso, provenía de la época imperial Azteca, en la que todo dimanaba, operaba, se ejercía y dependía únicamente del deseo y voz del emperador, voluntad frente a la que no existía límite ni contrapeso alguno, era un dios al que nadie podía decir no. Así durante los 68 años de predominio priista México fue gobernado por un presidente-emperador, una presidencia imperial.


Los poderes Legislativo y Judicial eran botín de los allegados al partido, integrado por incondicionales a éste, siempre y cuando contaran con el beneplácito presidencial, espíritu sumiso y las aptitudes indispensables en unos, de carecer de dignidad y saber levantar el dedo aprobando sin cambiar una coma todos los decretos del presidente y, en los otros, de agachar la cabeza y saber burlar o ignorar a la Constitución para satisfacer la voluntad presidencial.


Los reclamos ciudadanos solo eran audibles y acaso atendibles, si provenían de las organizaciones institucionales CNC, CROM, CTM, CNOP, etc., ya que fuera de ellas, cualquier reclamo organizado o no, era invisible, inaudible y/o reaccionario y sedicente al que, las instituciones gubernamentales debían acallar por cualquier medio, incluso la represión violenta.


Si bien, la creación y evolución del PNR fue un acierto que permitió controlar al caudillismo generalizado y con ello ir apaciguando y ordenando al país, también generó un nuevo caudillismo único, central, omnipotente e imperial y, el sistema político nacional se convirtió en una simulación democrática en el que los abusos de poder azotaron a las personas y patrimonios de todos los ciudadanos inermes ante la sumisión absoluta de los poderes legislativo y judicial.


Fue a partir de 1997 con la apertura democrática iniciada por Ernesto Zedillo Ponce de León, cuando sistema político nacional se cimbró, logrando sacudirse realmente la hegemonía política, al grado de que el PRI, por primera vez, en 68 años, perdió la mayoría legislativa, lo que permitió la creación, implementación y operación de verdaderos avances democráticos y el surgimiento de instituciones y organizaciones ciudadanas democráticas, imperfectas, pero que en el trascurso de 25 años fueron depurándose y aún eran perfectibles, con las que la ciudadanía fue obteniendo la visibilidad y poder consagrados en el artículo 39 constitucional, así como, a través de la reforma judicial realizada por Zedillo, obtuvo la valoración y defensa auténtica de sus derechos frente al poder público.


Las instituciones y organizaciones ciudadanas creadas a lo largo de esos 25 años establecieron verdaderos mecanismos de contrapeso al poder público y en especial, al presidencial, sujetándolos al respeto a la Constitución y al cumplimiento de la Ley, imponiendo transparencia al ejercicio de sus cargos y en el manejo del erario nacional ¡por supuesto que siguió habiendo ladrones descarados como Enrique Peña Nieto y su sequito! ¡Por supuesto que no eran perfectas, pero si perfectibles! pero todas cumplían con su objetivo, propiciar el ejercicio democrático y legal del poder y con ello, la preeminencia del Estado de Derecho en México, como contrapartida al Estado autoritario y absolutista y de la presidencia imperial.


En el plano político y económico, el cambio democrático produjo el arribo de la generación de tecnócratas preparados para gobernar, al menos como postulado, de acuerdo a principios de eficacia por encima de factores sociales, políticos e ideológicos, que dejaron en el desempleo a los viejos políticos pseudos hijos de la revolución, pragmáticos, reacios al cambio, avaros del sistema caduco en el que mamaban sin cortapisa del erario nacional, que mayormente quedaron sin empleo y sin posibilidad de continuar chupando de las arcas de la nación. ¡Ajá! ahí, a este grupo pertenecía Andrés Manuel López Obrador y toda su horda de desplazados, a la que se han sumado, todos los que sin mayor ideología ni valor ético ni moral que el de regresar a mamar del presupuesto nacional, enarbolan la bandera de la justicia social y la democracia, cuando en realidad lo único que los inspira y mueve es el poder, el dinero y los privilegios que éstos les proporcionan, para lo cual, sin decoro alguno, se encubren, se disfrazan, con el interés por los pobres ¡Primero los pobres! Aunque sean los primeros, si no es que a los únicos a los que joden. Pero ese no es el peligro que pregono, eso, todos lo han hecho y seguirán haciéndolo y se lo seguirán creyendo.


El peligro que proclamo es mucho mayor, está representado por la persistente y perversa destrucción de las instituciones y organizaciones ciudadanas democráticas y jurídicas que desde el día uno ha venido realizando Andrés Manuel López Obrador y su horda de ambiciosos bandoleros, porque son esas las que acotan el poder del presidente imperial, son esas las que evitan que resurja el poder político hegemónico del que los mexicanos nos liberamos hace 26 años, son esas las que impiden o por lo menos, obstaculizan el abuso del poder.


Ríete si quieres, vitupera estas líneas y a mí que las produzco, pero para hacerlo, atiende.


No detallaré la retahíla de mal obras y pifias de este gobierno, ya te las sabes, como también sabes que los efectos de esas fechorías los están sufriendo los pobres que se han quedado sin empleo, que en el más común de los casos han tenido que engrosar los grandes clanes del subempleo, que han sufrido la pérdida de un ser querido por falta de atención médica, de un hijo por falta de medicamentos o por el exceso de la descontrolada violencia. No detallaré tampoco, el derroche obsceno de recursos públicos en obras de dudosa utilidad para el país, ni la grosera tolerancia la grado de contubernio con la delincuencia organizada, ni la infinidad de contradicciones y MENTIRAS del presidente, no. Todos han mentido, mienten y mentirán, eso es ofensivo y peligroso, pero eso tampoco es el PELIGRO MAYOR QUE ENFRENTA EL PAÍS.


EL PELIGRO MAYOR QUE ENFRENTA MÉXICO, es precisamente la destrucción de las instituciones democráticas – jurídicas del país, no mi chavo, no veas o pienses en el país como algo etéreo, ajeno o diferente a ti, el país es la nación mexicana y ésta somos todos los mexicanos que estamos a unos instantes de volver a quedar inermes ante el poder público, ante el poder presidencial imperial.


No midas la bondad de este gobierno por las dádivas que prodiga a ninis, ancianos y labradores, esas son efímeras, duran hasta donde alcance el dinero en las arcas nacionales, que, además, están acotadas por los ingresos que obtiene el gobierno y no se gasta en su aparato gubernamental, ingresos para los que el nivel salarial de los altos y medios mandos no es relevante.


Piensa, la destrucción de las instituciones democráticas y organizaciones ciudadanas, ha facilitado a este gobierno la construcción de obras sin dictámenes profesionales técnicos especializados de impacto ambiental, el sobre costo casi al triple de las magnas obras, la disposición de recursos públicos sin estudios de viabilidad financiera para el Estado, el sobre endeudamiento del país ¿sabías que con el endeudamiento aprobado en el presupuesto para el 2024 nosotros y nuestros hijos deberemos pagar, hasta ahora, más de 131,000 pesos por cabeza? ¿sabes cuantos impuestos sobre tu ingreso y por cuanto tiempo significa eso? sobre todo considerando que quien genera ese endeudamiento vociferó repetidamente que no aumentaría la deuda nacional.


Pues eso tampoco es lo más grave. Lo verdaderamente grave es que la inmoral, abyecta e impúdica, sumisión de la mayoría en el Congreso integrada por los partidos morena, verde ecologista, del trabajo y movimiento ciudadano, han aprobado sin respeto a las normas parlamentarias, sin estudio ni análisis crítico y sin cambiarles ni una coma, todas las reformas ilegales que López Obrador ha enviado al congreso, las que, en su mayoría, restan derechos sustantivos y adjetivos a los ciudadanos, ponderando la facultad presidencial y con eso, restando al gobernado derechos de defensa frente al poder público.


El único poder que, pese a los traidores a la Constitución y a la Ley, como Zaldívar Lelo de Larrea y la pirata Yasmín Esquivel Mossa, hasta ahora, ha frenado las ilegalidades, arbitrariedades y abusos de poder de este gobierno y la 4T, ha sido la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), hoy blanco del ataque artero del presidente y de sus secuaces.


Parte fundamental de ese ataque lo fortaleció la renuncia a su cargo del traidor Arturo Zaldívar Lelo de Larrea (“La Corte” www.derechoentrenos) que habilitó el dedazo presidencial de las candidatas a ministra Bertha María Alcalde Luján (hermana de la actual secretaria de Gobernación); Lenia Batres Guadarrama, (hermana del actual jefe de gobierno capitalino, Martí Batres) y, María Estela Ríos González, (actual consejera jurídica de López Obrador) mayor y más descarado nepotismo no se vió ni en el sexenio de José López Portillo (1976-1982), que son claras partidarias de Morena y la 4T y sumisas a Andrés Manuel López Obrador, designación de cualquiera de ellas, que al hacer bloque con las ministras Margarita Ríos-Farjat (2019), Loretta Ortiz Ahlf (2021) y la pirata Yasmín Esquivel (2019) también elegidas por el presidente, impedirán que cualquier ley o reforma, por ilegal que sea, sea declarada inconstitucional, salvo que, alguna de ellas, tenga la honestidad, decoro y valor civil (valores inadmisibles en la 4T) que posee el ministro Juan Luis González Alcántara, para, pese a deberle el puesto al peje, cumplir con su labor constitucional y ética y votar en contra de las arbitrariedades e ilegalidades de Andrés Manuel López Obrador, Claudia Sheinbaum o cualquiera de sus esbirros.


A lo anterior, hay que adicionar el que, en el próximo sexenio, la que asuma la presidencia, tendrá derecho a proponer (designar) a por lo menos tres nuevos ministros o ministras, por lo que de asumirla Claudia Sheinbaum hará sucumbir a la SCJN, como el poder constitucional que proteja a los ciudadanos contra los abusos de poder.


La SCJN, no desaparecerá, se trasformará en el Supremo Tribunal Constitucional, cuyos integrantes serán seleccionados y designados al gusto y modo del presidente en turno y de su partido mayoritario; por ende, al igual que hace más de 25 años, los ministros de ese máximo tribunal, no emitirán sentencia alguna que contradiga ni frene, la voluntad del presidente. Acaso, no más por taparle el ojo al macho, como se hizó en aquellos ayeres, México entrará nuevamente en la simulación de un Estado democrático y de un Estado de Derecho también simulado. Eso los cuarentones y menores no lo han vivido, pero por su ignorancia, apatía, valemadrísmo y exceso del idealismo mágico atenido pendejo, están a punto de sufrirlo.


El peligro se agrava porque el títere del presidente y abanderada de la 4T para ocupar la presidencia de la República, lidera la facción extremista de Morena, coordinada por Mario Delgado, por lo que, de ganar la elección y la mayoría calificada en el Congreso de la Unión, no habrá Poder Constitucional ni humano, que impida y proteja a los ciudadanos de los abusos de poder.


La burla y vituperio a lo aquí anunciado se borrará de tu cara cuando resientas reformas legales abusivas que atenten contra tus derechos, los más nimios o lo más trascendentes, sin que existan instituciones democráticas, organizaciones ciudadanas ni Poder Judicial Federal que te defiendan.


¡Mídele!, vota por quien quieras, pero antes de hacerlo, piensa que prefieres, la prevalencia de instituciones democráticas, organizaciones ciudadanas y del Poder Judicial Federal independientes que te defiendan o, la promesa sustentada en un idealismo mágico atenido pendejo que te someta.


Me dirijo a cuarentones y menores, porque es la hora en que deben pensar, reflexionar en qué Estado quieren vivir ellos y sus hijos, en un real y efectivo Estado democrático de Derecho, en el que existan instituciones, organizaciones ciudadanas y un Poder Judicial Federal independientes que los protejan de los abusos del poder o, en uno en el que los adormilen con un idealismo mágico atenido pendejo, es su futuro y el de sus hijos.


Lo que está en juego en las elecciones del 2024, no es quien gana la presidencia de la República, sino la supervivencia de un país plural, ideológicamente diverso, en un auténtico y real sistema democrático existente en un real Estado de Derecho o, un estado absolutista, en el que solo una ideología sea la correcta y aceptable, en el que la democracia y el estado de derecho sean simulados.


Los cincuentones y más, que aun habiendo vivido por sí y a través de sus padres y familiares el sojuzgamiento y abuso del poder político hegemónico y del presidencialismo imperial, por las dádivas que éstos ofrecen, prefieran a Morena y afines, merecerán y con creces, los efectos de la regresión.

 
 
 

Comentarios


bottom of page