El peligro se cierne sobre México y su democracia, significado por la iniciativa presidencial para modificar la Constitución en el marco legal que regula la forma en que se desarrollan las elecciones y el funcionamiento de los órganos competentes en la materia, hasta hoy, autónomos, a los que López Obrador y Morena aprovechando su mayoría, pretenden someter al control del Poder Ejecutivo, destruyendo lo construído sistemáticamente por todos los mexicanos a lo largo de 30 años, construcción y perfeccionamiento que ha permitido contar con elecciones transparentes, seguras en cuanto a su resultado y con autoridades electorales autónomas.
En principio, la reforma es imprudente e inoportuna al ser propuesta a dos años de que ocurran las elecciones presidenciales, lo que impide sea sometida a prueba, error y ajuste al no haber elecciones intermedias con las que se puedan detectar errores que impidan su transparencia y eficacia y que éstos sean modificados para poder arribar a la elección del 2024 con un sistema autónomo, depurado, probado, transparente y eficaz que evite “fraudes electorales” y reduzca la posibilidad de conflictos postelectorales.
Enseguida, la propuesta es perversa, producto de una mente anquilosada en el siglo pasado, animada por la oscura voluntad de poder absoluto, control total y autoritarismo, con la intención de que basado en su mayoría, en el 2024, el partido Morena retenga el Poder Ejecutivo y la mayoría en las Cámaras y así pueda controlar desde la designación de los consejeros y magistrados, hasta la organización, desarrollo y resultados de cada elección en la República Mexicana, maña perniciosa ya vivida en México durante el imperio priista por casi 70 años realizada a través de la Comisión Federal Electoral, desaparecida en 1991.
Para lograrlo, El Mentiras se aprovecha por una parte, de la ambición económica y de poder de las hordas morenistas y partidos anexos dispuestos a asentir en todo lo que quiera el amo, con tal de mantenerse u obtener el poder y el acceso a las arcas nacionales; por otra, de la ignorancia y resentimiento de sus ciegos seguidores, dispuestos a apoyar en todo con la esperanza de que el mesías les cambie su vida; por otra, de la ignorancia de las jóvenes y no tan jóvenes generaciones que no vivieron el dominio absolutista, abusivo y autoritario priista y no se han informado al respecto, por tanto, carecen de la consciencia de lo que México y los mexicanos ganamos hasta 2018 y hemos venido perdiendo y aun podemos perder en este sexenio; por otra más, de los desmemoriados, inconscientes e indolentes, a los que poco o nada les importa el hacer nacional y, por último, de los negros o corruptos pasados o presentes de actores políticos militantes en partidos opositores, a los que amenaza y extorsiona con la con la cárcel y confiscación sin previo juicio de sus patrimonios en caso de que no accedan y apoyen sus deseos.
La propuesta modifica 18 artículos de la Constitución y 7 transitorios, los que, por espacio, no reseñaré, refiriéndome a los que considero los puntos más relevantes:
La Sustitución del Instituto Nacional Electoral (INE) por el Instituto Nacional de Elecciones y Consultas (INEC), la denominación que se le dé al organismo electoral me parece irrelevante, como también el que se reduzca el número de consejeros de 11 a 7. En ambos casos, lo esencial es que órgano y consejeros sean apartidistas, capaces en la materia, autónomos y gocen de plena independencia de los tres poderes de la Unión y de los partidos políticos.
Los consejeros del INEC y magistrados de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) serán electos por voto popular. Con la cantaleta de reivindicar a la ciudadanía como fuente de poder y representación de estas instituciones, se pretende que las candidaturas a consejeros y magistrados correspondan a los tres poderes de la Unión, cada uno con derecho a proponer 20 recomendaciones a consejeros del INEC y 10 a las magistraturas del TEPJF, sin que deba atenderse a la cualidad de apartidismo, capacidad, experiencia y probidad de los propuestos, por lo que podrán surgir de los propios poderes de la Unión o de los partidos políticos.
Esos candidatos deberán realizar proselitismo para lograr su elección por el voto popular, por lo que al no contar con los recursos propios ni la logística necesarios y estarles prohibido recibir apoyo económico de los ciudadanos o las organizaciones o corporaciones civiles y/o privadas, se verán obligados a obtener el apoyo de su partido o de algún otro partido que sí cuentan con esas capacidades, por lo que, sin duda, quedarán en “deuda” no solo con su proponente, sino también con tales institutos; por tanto, aun cuando por ley sean autónomos, no tendrán la independencia indispensable para el desempeño de sus encargos.
Incluso, puede darse el supuesto, que la “mayoría simple” en el Congreso pertenezca al partido del presidente en turno y, por ende, los candidatos propuestos por éste sean los seleccionados, tal como ha acontecido en el presente sexenio con los propuestos por el Mentiras para ocupar diversos cargos, como los de ministros de la Suprema Corte de Justicia o la Fiscalía General de la República, lo que generaría sumisión total de las personas consejeras o magistradas al presidente de la República, con lo que éste obtendría control no sólo sobre el padrón electoral, las elecciones y la calificación de sus resultados, sino también sobre las resoluciones de los conflictos postelectorales. ¡Uta! ¡que gran avance democrático!
Eso ya lo padeció México con el PRI y la Comisión Federal Electoral, esa que fue presidida por Manuel Bartlett en 1988 al que se le cayó el sistema y a su reactivación, le dio el triunfo a Carlos Salinas de Gortari. Entonces, la propuesta en debate ¿Es avance democrático o vil trampa absolutista?
Con su reforma, López Obrador y su partido quieren regresar a México a los años en que el Poder Ejecutivo centralizó y controló el padrón electoral, organizó y calificó las elecciones federales y locales y, además, resolvió los conflictos electorales, quiere regresar a México al fraude electoral urdido desde la silla presidencial para la perpetuación de su partido en el poder y qué mejor que disfrazar a la retrograda, absolutista y antidemocrática reforma, de modificación pro democracia, acusando al INE y al TEPJF, a sus consejeros y magistrados de corruptos, sin que desde luego, exhiba prueba alguna de su infundio ni abra proceso judicial en contra de ninguno de ellos. ¡Fantoche, Mentiroso!
También se propone eliminar a los diputados y senadores plurinominales, de tal manera que de 500 pasarían a 300 diputados y de 128 a 96 senadores. Todos, en algún momento, nos hemos quejado del exceso de legisladores, no sólo por el alto costo de mantener a tanto advenedizo, ignorante, sino fundamentalmente, por la bajísima calidad de los legisladores, la mayoría ausentes en propuestas útiles y trascendentes para el país y, salvo las muy honrosas excepciones, los que ascienden a la tribuna más parecen mecapaleros y lavanderas de barriada que parlamentarios.
Sin embargo, la existencia de los legisladores plurinominales tiene una justificación y una utilidad democrática que debe prevalecer.
Durante décadas en México el partido dominante fue el PRI el que en todas las elecciones locales o federales arrasaba y se apropiaba no sólo de la presidencia de la República, sino también de casi todos los cargos públicos, no había opción política que pudiera competir contra ese partido que desde el Poder Ejecutivo controlaba todo, a partir desde luego, de las elecciones.
Para los años sesenta, además de la presidencia de la República, el PRI mantenía una representación del 95% del Congreso, así que, amén de que los partidos opositores escaseaban, los que de milagro llegaban a tener representación en el Congreso, ésta era tan exigua que en la mayoría de las veces no accedían a la tribuna. México y el mundo, sabían que en nuestro país no había una auténtica democracia al no existir una verdadera representación plural de los mexicanos, de ahí que, más por conveniencia que por convicción, el magnánimo Poder Ejecutivo creó la figura de los “Diputados de partido” a través de la cual los partidos políticos que obtuvieran el 2.5% de la votación, podrían designar diputados. Esta reforma permitió que la representación del PRI en el Congreso disminuyera al 85%, lo que continuaba siendo una mayoría aplastante, ¡Imposible que no se aprobara una propuesta presidencial o priista! ¡imposible que se aprobara, es más, que se discutiera una propuesta de la oposición!
Tan desigual era la competencia política y tan grande la frustración ciudadana que para 1976 solo el PRI postuló candidato a la presidencia, fue José López Portillo, quien jamás pudo presumir que hubiera ganado la contienda electoral ¿Cuál? Este hecho, generó una crisis política que motivó una nueva reforma electoral, ahora a cargo de un gran político mexicano Don Jesús Reyes Heroles, transformando a los diputados de partido en “Diputados de Representación Proporcional” figura que, ante la imposibilidad de una competencia política real, se constituyó en el mecanismo necesario para garantizar un mínimo de representación en el Congreso de la Unión y a través de éste la oposición logró una presencia en la Cámara de Diputados del 30%.
En 1986 mediante otra reforma electoral la participación se incrementó a 200 diputados de representación proporcional o plurinominal, integrándose la Cámara con 200 de éstos y 300 de mayoría relativa (por voto popular).
Con la mira puesta en incrementar la representación territorial en la reforma constitucional de 1996 se incrementó el número de senadores a 128, de los cuales, 32 son plurinominales.
Debido a esas reformas en la actualidad México cuenta con un sistema mixto de representación con el que se tiende a que todos los mexicanos y los estados de la Federación estemos representados en el Congreso de la Unión, disminuir su número con el predominio de un partido político, significará privar a las minorías de poder ser representadas en los asuntos nacionales, dejando en desventaja a los partidos políticos que no cuenten con mayoría y permitiendo al que sí la posea el dominio político y legislativo absoluto. ¿Ya ven para donde va la reforma del Mentiras? no, no quiere hacer más democrático a México, lo que quiere es restar representación a las minorías que no están de su lado y del de Morena, partido que, hasta ahora, continúa con la mayoría simple en el Congreso. ¡Ah méndigo!
De la mano de esa reforma viene el cambio de modelo de elección de diputados, senadores y ayuntamientos para que éstos sean elegidos mediante el sistema de representación pura, en donde el porcentaje de votos que obtenga un partido político será el porcentaje de legisladores o miembros de ayuntamientos que tendrá, lo que aunado a la disminución de los plurinominales, redundará en que el partido que cuente u obtenga la mayoría por voto popular, tendrá mayor número de plurinominales, lo que minimizará la representación de las minorías en el Congreso de la Unión. No, si pendejo no es, ¡es un hijo de la rechinada de dientes antidemocrático!
Disminución de presupuesto para el INEC. El Mentiras lleva 4 años vociferando que el actual INE y sus consejeros derrochan dinero de la nación, que hay que reducirles los recursos para que se ajusten a la austeridad republicana (lo que quiera decir con eso) porque la democracia en México es la más cara del mundo.
Resaltan dos puntos: a) Es ladino por decir lo menos, que hable de austeridad republicana el que en apenas dos años desde que extinguió el Fondo de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera se ha gastado más del 75% de los más de 286 mil millones de dólares, que a lo largo de los años México había previsto para defender y apuntalar a la economía nacional ante crisis económicas mundiales como la recesión económica mundial que se avecina ¡Y sin rendir cuenta alguna! recursos dilapidados con el mayor irresponsabilidad y el mayor de los cinismos, con la más profunda oscuridad y, b) Que omita decir que, de los recursos asignados al INE, éste otorga el financiamiento a los partidos políticos, incluído Morena, que una tercera parte de esos recursos van destinados al Registro Federal de Electores que es el encargado de hacer el padrón y las listas nominales de electores y de entregar la credencial para votar, que hoy por hoy, es la cédula de identidad ciudadana y después los gastos del INE y los procesos electorales, lo que implica un sinnúmero de candados de seguridad para evitar fraudes y garantizar la legalidad en las elecciones, que incluye, por señalar un ejemplo, papel seguridad exclusivamente fabricado para el INE para evitar tráfico y falsificación de boletas y todo esto cuesta dinero.
Ahora, con su reforma, el Mentiras, pretende desaparecer a los OPLEs y a los Tribunales Electorales Locales, para que todas las elecciones estatales y municipales sean organizadas y calificadas por el INEC ¡con menos presupuesto! ¡claro! de esa manera, será el ejecutivo federal el que decida cuando, en dónde y cuánto dinero se invierte en dichas elecciones, haciendo depender al sistema y a las elecciones de su soberbia y convenenciera voluntad.
Más grave aún es que en la reforma se plantee que el Registro Federal de Electores deje de depender del INE o del INEC para pasar a ser organizado y manejado por el Poder Ejecutivo a través de la Secretaría de Gobernación, como dijo el comandante Harina ¡Santa madre!, ¡Qué chingón Augusto, ta’ pa’ hacer un pinche listón bien loco! volverán a votar los muertos que desfilaran más a gusto que en la película “Coco”.
No, la reforma electoral propuesta por Andrés Manuel López Obrador no pretende perfeccionar la democracia mexicana, sino que tiene la perversa intención de regresarla a los años 60´s y 70´s para que el presidente en turno, empezando por él, pueda controlar la organización, curso, resultados y calificación de las elecciones, con la malvada finalidad de perpetuar a Morena en el poder, aniquilando la posibilidad de algún triunfo para la oposición y erradicar la representación de las minorías en el Congreso de la Unión.
Esta reforma NO debe ser aprobada, la posibilidad de impedir este crimen contra la democracia nacional depende de que los partidos de oposición, si es que lo son, se opongan, sin dar su apoyo a ninguna de las propuestas, ni aún a aquellas que taimadamente dice Morena que ha modificado para satisfacer las objeciones expresadas por esos partidos. PAN, MC, PRD, han afirmado que no la aprobarán y votarán en contra, la incógnita es, ¿Qué hará el PRI? pues, aunque su actual presidente Alejandro Moreno “Alito” (que apodo mas ñoño) haya afirmado que su partido votará en contra, todo México sabe que es un traidor y que su palabra y la de sus rendidos carece de valor y que aquello de que está dispuesto a ofrecer la vida por México es cierto, siempre y cuando no le apunten.
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